Madrid, 1-3-05

MÚSICA DEL VIENTO

         OIGO, muchacha, el viento por el llano.
Solo de ti, contemplo su agonía
y la desesperada melodía
que le arranca al silencio del secano.

       Oigo su llanto y se me va la mano
al corazón, sonando todavía.
¡Qué gran orquesta azul conduciría
el chopo capuchino y castellano!

       Pero es el viento aquí quien pulsa y toca
y yo, solo de ti, quien oye y lleva
a la invisible orquesta su lamento.

       Y, de repente, entonan en mi boca
las valvas de tu nombre un aria nueva.
Y al viento se le olvida ser el viento.

CARLOS MURCIANO
España-1931


Madrid, 2-3-05

MÚSICA DEL TIEMPO

    ¿QUIÉN canta aquí: la oscura garganta de algún ave,
el paso de los siglos, el peso de la sombra,
la lluvia incontenible de lo que no se nombra
o la voz imposible de lo que no se sabe?

     Bisontes, yeguas, signos, no conocen la clave.
Suena el mismo silencio sobre la dura alfombra
y una cierva de polvo todavía se asombra
de que los hombres busquen en su vientre la llave.

     Manos ensangrentadas pulsan el agua viva
y un borbollón de notas de su cintura eleva
la cuerda que la roca formó con su saliva.

      El tiempo, adolescente, emerge de la cueva
y al compás que le marca la brisa fugitiva
cuelga en los verdes sauces la música que lleva.

CARLOS MURCIANO
España-1931


Madrid, 3-3-05

ERES TÚ, NO LAS OLAS

«...tú eres quien me acabas,
que las olas no.»
PEDRO DE QUIROS

EL mar es como un niño consentido:
sobre la arena arroja a las gaviotas
y echa a rodar entre las olas rotas
los últimos recuerdos del olvido.

Arrastra ya el verano, malherido,
la desesperación de las derrotas.
Flota la luna en el poniente. Flotas
sobre mi corazón atardecido.

En el rincón más fiel de la bahía
arde tu cuerpo entre mis manos, mientras
arroja el mar sus besos y sus babas.

Baten las grandes olas mi agonía
y, a su compás, me buscas y me encuentras.
Y eres tú, no las olas, quien me acabas.

CARLOS MURCIANO
España-1931


Madrid, 4-3-05

GITANILLO CANTANDO 

La voz, resbala como un río, fluye
como un río, camina largamente
hacia el mar de la pena. Lleva encima
una luna redonda y solitaria,
una piel desgarrada en los breñales,
un corazón martilleando el yunque
de los siglos. La voz despierta al mundo,
duerme a las aves y a los lirios, pone
temblor en los escombros, fe en el barro.
Canta un niño de bronce en el lluvioso
atardecer. Con el dolor por techo,
y olvido y mugre, va arrancando música
de donde sólo frío. Lejos, arde
-hermosa- la ciudad. Cines, muchachas
esbeltas, oro, risas, autos, luces,
anuncios y campanas, gente sola
de tanta compañía. Nadie escucha.
No llega aquí la voz, el grito, el rito,
la soleá, la soledad de un hombre
de apenas diez diciembres. Un anciano
le hace el son, sonllorando y sonriendo,
la colilla apagada entre los dientes
amarillos. Despacio rueda el mundo.
Y una guitarra que no pulsa nadie,
rompe, raja, rasguea, reverente,
retumba en el tambor de la tormenta
y echa a rodar por dentro el corazón.

CARLOS MURCIANO
                                                                                                                                                                España-1931


Madrid, 7-3-05

JARDÍN DE NOCHE

Una luz y una fuente, blancas, tibias.
La voz de plata del jardín. La noche.
Una senda que sube y que se muere.
Mi alma va por la vereda. Voces.

-¡Oh luz de luna de la fuente clara!-
(Mi alma va por el jardín. La fuente.)
¡¡Oh claro río de la linfa pura!-
(Mi alma va por el jardín. Se muere…)

Se extingue el eco de las gayas voces…
(Mi alma va por la vereda. Luna.)
La voz de plata del jardín. La noche.

VICENTE ALEIXANDRE
(España-1898)
De “Ámbito”


Madrid, 8-3-05

A DON LUIS DE GÓNGORA

¿Qué firme arquitectura se levanta
del paisaje, si urgente de belleza,
ordenada, y penetra en la certeza
del aire, sin furor y la suplanta?

Las líneas graves van. Mas de su planta
brota la curva, comba su justeza
en la cima, y respeta la corteza
intacta, cárcel para pompa tanta.

El alto cielo luces meditadas
reparte en ritmos de ponientes cultos,
que sumos logran su mandato recto.

Sus matices sin iris las moradas
del aire rinden al vibrar, ocultos,
y el acorde total clama perfecto. 

VICENTE ALEIXANDRE
(España-1898)
De “Ámbito”


Madrid, 9-3-05

ESCULTURA

Montaña ingente, apretada,
de sombras, en paisaje castellano.
Quebrada mole pronta, entre la noche,
enhiesta contra el ámbito.
Escultor que la hiciste,
con tu mano
deforma el sentimiento en que me fraguo,
endurece mi rostro,
tállalo vivo, de roca entera con tu mano.
Hiriente,
golpéame en el flanco.
De arista sea y de fuerza
ese ángulo,
y el claro de mis ojos sea mármol.

VICENTE ALEIXANDRE
(España-1898)
De “Ámbito”


Madrid, 10-3-05

TRÁNSITO

El agua cenicienta tolera luz, poniente.
Estanques planos donde recalan despedidas
sin calor y rezagos del día que se escapa.
¡Poniente! ¡Luz! ¡Poniente! Reflejo, ya cedido,
que corta su presencia y dimite sus luces.

¡Tarde!: fragor de ausencias. Ilusión de principio.

¡Noche!: preciso ajuste de luz y sombra. Dientes
de contacto. ¡Es difícil el tránsito! Dureza
de matices, que encajan trémulos. ¡Tarde! ¡Tarde!
¡La tarde! Ya no está. Solo, ciega, la noche
acude en fríos lentos, y deriva en su órbita.
Bloque de hielo puro. Torso opaco a los ecos.

Si pretendes la luna, no la encuentras. Abajo
la retienen.

                  ¡Lanzada! Un instante ha brillado
en el cielo. Mas cae sobre el agua, y naufraga.
Y la linfa, de oro, sigue quieta, tirante,
recelosa del aire, de la noche, que clama
su juguete casual, sumergido, disuelto.

VICENTE ALEIXANDRE
(España-1898)
De “Ámbito”


Madrid, 11-3-05

SOMBRA

Yo no sé qué tengo y tienes,
sombra que tiras de mí:
Qué orilla de mar me lame
los pies y vuelve hacia ti:
Qué puente me enlaza a un río
que ni sé si va a morir:
Qué copa de árbol mi frente
en el viento se alza así:
Qué raíces en la arena
los pies serán para mí:
Qué manto de sombra me hace
la noche, sin ruido, aquí.

VICENTE ALEIXANDRE
(España-1898)
De “Ámbito”


Madrid, 14-3-05

 PORQUE QUISO POSAR DESPACIO
SUS PIES DE ALGODÓN
 

a Alejandra Pizarnik 

Porque quiso posar despacio sus pies de algodón
para sorprender a las muñecas
en sus fantásticas conversaciones,
y descubrir el instante perfecto
en que la luz se fusiona con la sombra
antes de entrar en los túneles secretos,
y convocar el insomnio entre todos los nombres
que se abren a las cosas sublimes y corrientes... 

(tuvo el perfil cortado sobre el papel antiguo
y golpeó los puertos helados del olvido
como un fantasma
que no conoce bien su oficio de fantasma) 

...y las preguntas le surgieron como perlas negras
para disolverse en soplo de tejidos,
bajo su piel de espinas implacables. 

Porque tuvo la fuerza de la hoguera
resplandece,
con la transparencia sutil de los cristales.
 

ANTONIO ALIBERTI
Argentina-1938
De “Cuestión de piel”


Madrid, 15-3-05

LA LLUVIA ES DE TODOS

Deja que venga la lluvia,
como espejo del cielo;
que moje a la luna
y tiemble en las manos
como estrella perdida.
La rosa del día se muere de sed.
Hay fuego en las calles,
palabras que nacen

y ruedan
y ovillan al sol.
Que venga la lluvia.
Hierba del cielo que cae
en el jardín de todos los hombres.

ANTONIO ALIBERTI
Argentina-1938
De “Mareas del tiempo”


Madrid, 16-3-05

LA PARTE MÁS VIVA

Sólo tengo ternura para mis pies;
les atribuyo toda la pasión
que mi cabeza no pudo discernir.
Crecieron como tallos
-casi ajenos a mí-,
puras desnudeces que me llevaron
de una historia hecha a otra por hacer.

Toda la oscuridad es fruto de mi pensamiento,
todos los miedos brotaron
de algún resquicio de mi mente:
si no sucumbí en aguas turbulentas
es mérito únicamente de mis pies.

Como astros perpetuos
se extienden ansiosamente de huella en huella:
son la parte más viva de mi cuerpo,
el timón de mis nacimientos cotidianos.

Que se sepa:
a ellos debo mis gestos más sencillos.
Cuando muera,
seguirán pisando el aire repitiendo mi nombre.

ANTONIO ALIBERTI
Argentina-1938
De “Cuartos contiguos”


Madrid, 17-3-05

ERA DE NOCHE Y EL AIRE PARECÍA

Era de noche y el aire parecía
el suave susurrar de un vestido
sobre los muslos de una muchacha.

Yo escribía hacia la noche,
cara a la brisa.

En alguna parte, la muchacha reía.

ANTONIO ALIBERTI
Argentina-1938
De “Delicado equilibrio”


Madrid, 18-3-05

AUTORRETRATO

Lentamente
doblo la cobija,
desenmaraño el cuerpo,
rozo el piso a un costado de
     la cama
y entro en la sangre de mi ropa:
la cáscara / la máscara.

Desesperadamente
hundo las manos en el día,
a empujones con el sol la lluvia
     la gente.

Escribo poemas en el espejo,
traduzco los carteles
     el aire
las caras y los gestos.

Con afán
trato de esquivar a la muerte:
miento,
imito a la vida.

ANTONIO ALIBERTI
Argentina-1938
De “Cuartos contiguos”


Madrid, 21-3-05

ORILLAS DEL SAR
56 (I)

En los ecos del órgano o en el rumor del viento,
en el fulgor de un astro o en la gota de lluvia,
te adivinaba en todo y en todo de buscaba
sin encontrarte nunca.

Quizás después te ha hallado, te ha hallado y te ha perdido
otra vez, de la vida en la batalla ruda,
ya que sigue buscándote y te adivina en todo,
sin encontrarte nunca.

Pero sabe que existes y no eres vano sueño,
hermosura sin nombre, pero perfecta y única;
por eso vive triste, porque te busca siempre
sin encontrarte nunca.

ROSALÍA DE CASTRO
(España-1837)
De "En las orillas del Sar"


Madrid, 22-3-05

ORILLAS DEL SAR
42

En el alma llevaba un pensamiento,
una duda, un pesar,
tan grandes como el ancho firmamento
tan hondos como el mar.

De su alma en lo más árido y profundo,
fresca brotó de súbito una rosa,
como brota una fuente en el desierto,
o un lirio entre las grietas de una roca.

ROSALÍA DE CASTRO
(España-1837)
De "En las orillas del Sar"


Madrid, 23-3-05

ORILLAS DEL SAR
86

De este mundo en la comedia
eterna, vienen y van
bajo un mismo velo envueltas
la mentira y la verdad;
por eso al verlas el hombre
tras del mágico cendal
que vela la faz de entrambas,
nunca puede adivinar
con certeza cuál es de ellas
la mentira o la verdad.

ROSALÍA DE CASTRO
(España-1837)
De "En las orillas del Sar"


Madrid, 28-3-05

LOS TIEMPOS CUMPLIDOS

El sol de mi cabeza es de todos los colores
Es el que incendia las casas
de paja
donde viven los señores evadidos de los cráteres
y las hermosas señoras que nacen cada mañana
y mueren cada noche
como los mosquitos
Mosquito de todos los colores
qué vienes a hacer tú aquí
Luce un sol de perros
y el oleaje sacude las montañas
mientras las montañas
nadan en un mar de luz
un mar sin vida sin peso sin color
en donde no meteré ni la punta del pie

BENJAMIN PÉRET
(Francia-1899)
De "El Gran Juego"


Madrid, 29-3-05

 

A UN VIRAJE EN S

La muchacha
sentada
sobre las grandes nevadas de no sé qué
descubre la más sencilla audacia
y se envuelve con una capa de pies
ligera como un sombrero de verano
Un carillón holandés
en lugar de su sexo
capta los últimos rumores de la ciudad
Si muriera
los primeros pudores del pastor
caerían en el estanque
que se ensuciaría
y el cortejo de sordos y lisiados
corroería los últimos elementos

BENJAMIN PÉRET
(Francia-1899)
De "El Gran Juego"


Madrid, 30-3-05

EL CORAJE DE LA SERPIENTE

Así murieron las molduras
Después de haber sido
boxeadores pintores yachtmen
Eran muy sólidas y muy tristes
las molduras
y mentían como un solo hombre
el hombre de los tirantes
que vivió en las soledades
sembradas de escobas
y esculturas antiguas
Un día lo olvidaron
y el mal se injertó
en su más bello cartílago
estaba escrito
El más bello cartílago suspiró
y se pegó a su mentón
En el nombre de Dios 

BENJAMIN PÉRET
(Francia-1899)
De "El Gran Juego"


Madrid, 31-3-05

 

PRUEBA FORMAL

Sabes tú morir sin el permiso del nadador
si respondes sí
tú eres el hombre anunciado por la ley
el hombre audaz de labios de elefante
el mentiroso puesto a prueba por el hierro y el fuego
el sabio demoníaco que convertirá el mundo en hilos de sangre
el infierno de pez en donde caerán los seres milagrosos
que encuentras cada tarde al salir del teatro
minas de sal
avenida decorada con flores silvestres
tormenta sexual
para disuadir a los conquistadores de la Gran Rueda

BENJAMIN PÉRET
(Francia-1899)
De "El Gran Juego"


Selección de Poemas Editados
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